Peaugres (Ardèche) : Jaulas que llamamos libertad.

Un pensamiento para todas las personas, ya sea que estén encerradas en jaulas o no, que deseen verlas destruidas, conscientes de que no son sólo cosas. En nuestros pensamientos también están todas las criaturas vivientes que animan nuestros deseos de destruir dichos lugares de reclusión.

La semana pasada, atacamos el zoológico / safari de Peaugres, prendiendo fuego a sus cuatro cabinas usadas para la entrada de vehículos. Colocamos en cada uno de ellas dos dispositivos, el primero debajo de una de las ventanas, con la esperanza de que el calor hiciera explotar el vidrio y permitiera que el fuego se propagara en el interior, y el segundo al pie de la ventana, debajo de los paneles de madera. Nuestra idea fue la de multiplicar los lugares donde iniciar el fuego para que se propagase de la manera más eficiente. Además, también comprobamos que el incendio no fuera a propagarse al bosque cercano.
Todas las cabinas parecen haber sido destruidas, pero no tenemos confirmación de la efectividad de los dispositivos bajo las ventanas.

A continuación, algunas de las razones que motivaron este ataque y las reflexiones que nos llegaron durante la preparación del mismo.

Los zoológicos son prisiones que se presentan como lugares de entretenimiento, descubrimiento, educación e incluso conciencia y conservación de una vida aparentemente silvestre. Aunque muy a menudo nacen en cautiverio, en el momento en que fueron descubiertos por los colonos occidentales, fueron diezmados o enjaulados para ser llevados a los zoológios, ser exhibidos, usados como si fueran un regalo y como entretenimiento o como productos para negocios de circos o zoológicos.

Estos lugares y la propaganda que los rodea son la encarnación de la mentalidad especista que destruye el mundo del que se esperaría que fueran. Es decir, la superioridad que los seres humanos crean sobre el resto de los seres vivos y en virtud de la cual se dan la posibilidad de disponer y encerrar a los animales no humanos para su placer, ya sea culinario, emocional, cultural o científico.

Los zoológicos no dejan de recordarnos que los colonos no se limitaron a masacrar y exiliar animales no humanos, y bajo la apariencia de los mismos argumentos y ambiciones -para entretener y educar a través de la exhibición- desarrollaron y popularizaron los zoológicos humanos. A lo largo de un sangriento proceso de colonización fueron una demostración de racismo ostensible que está siempre presente, entre otras cosas, en las mentalidades y estructuras que denigran y/o exotizan a una categoría de personas.

Y son estos lugares (en su forma llamada “safari”), firmemente basados en la dominación especista que a todo el mundo le gustaría pasar por lugares donde “toman conciencia del medio ambiente”, donde “descubren la naturaleza”, donde los animales serían “salvajes” y “libres”. Pero, sin pretender hacer una definición exhaustiva, los animales “en la naturaleza” no significa estar encerrados en pequeños parques , por donde circulan vehículos todo el día, alimentados y cuidados por seres humanos, privándoles de toda capacidad para ser autónomos y moverse. Las paredes y pantallas electrificadas que rodean estos parques no son su “entorno natural”.
No hay más libertad para estos animales no humanos que para las personas de una sociedad en la que nos gustaría hacer creer que no existen otras barreras más que las visibles en cárceles y fronteras. Existe una palabra más apropiada para describir su situación : cautiverio.
Esta mentira, el estado “natural, libre y salvaje”, además de ser un argumento de comercialización, se encuentra en el contenido educativo que enseña a su audiencia a que la “naturaleza” y la fauna que la compone están limitadas a espacios cerrados y dirigidos por humanos . Lo que subyace es que lo normal es ver osos y jirafas en Francia, es normal que los animales estén en jaulas, es normal que otras especies estén esclavizadas por los humanos, quienes deben “protegerlos”.

Los zoológicos no son más que prisiones, negocios cuyos participantes justifican hipócritamente el confinamiento bajo el pretexto de proteger a las especies diezmadas, mientras participan para normalizar, trivializar y exaltar la dominación de la especie humana sobre todo lo que lo rodea.

Esta idea, de que hay seres “a los cuales proteger” sirve como pretexto para el establecimiento de varios tipos de confinamiento. Se encuentra en los discursos del estado que, con el pretexto de proteger, monitorear y controlar a las personas, afirman proporcionar seguridad mediante la implementación de dispositivos de seguridad (desde leyes a cámaras y a estimular a las personas a que denuncien). Es subyacente y también participa en el mantenimiento de otras formas de dominación estructural, como son el patriarcado y el racismo. El estado con la figura del padre, busca establecer una posición de poder, asegura anclar el miedo en los individuos y los priva de cualquier manera a ser autónomas en la organización de su propia defensa; creando así no solo una dependencia de una instancia protectora, sino también la sensación de debilidad e impotencia que alimenta esta lógica. Para ilustrar esto brevemente, es como a una persona categorizada como “mujer” que ella siempre en peligro, que es débil e incapaz de usar violencia física o verbal.

Este es el principio de la prisión dorada, donde ciertamente, los seres encerrados no son libres sino al menos “seguros”. Y para las personas que niegan someterse a esta lógica protectora o que se consideran peligrosos para lxs demás, para sí mismxs o para la paz social, se crean cárceles mucho menos doradas.

Por la destrucción de todas las cárceles, cualquiera que sea la forma de sus barras.

 

[Traducción : Frente de liberacion animal]

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