En pocas palabras: este nuevo nivel de control nos ha enojado y nos ha dado ganas de actuar. No hacer nada para nuestros ojos equivale a aceptarlo.
Como de costumbre, si el control funciona tan bien, también es porque los ciudadanos mansamente lo aceptan, bien instalados en su burbuja virtual, para seguir divirtiéndose y trabajando a distancia. Pero más que nunca es el cordón umbilical lo que los une a esta vida patética.
Por eso incendiamos un repetidor de teléfonos móviles la noche del 5 al 6 de mayo en Toulouse, en el lado este del Pont de l’Embouchure. Fue más sencillo de lo que pensábamos.
Vemos que no somos las únicas personas que están llenas de ira y estamos encantados. Total hostilidad contra la civilización y a los montones de mierda que lo componen.
[Traducción: Anarquía.info]