Esta es la historia de una furgoneta de la Eiffage. Una furgoneta nueva. Porque ha reemplazado claramente la que, leemos, se quemó a principios de año, en la misma zona. Una furgoneta nueva, por tanto, que acaba en llamas.
Una furgoneta Eiffage sirve normalmente para construir jaulas.
Jaulas tristes, con colores que suenan falsos. Jaulas para acostumbrarnos al conformismo, para prepararnos para el trabajo y para desempeñar bien el rol social que se nos ha atribuido.
Jaulas deprimentes o jaulas llenas de ruidos y luces que hacen dar vueltas a la cabeza, que deberían motivarnos a perder nuestro tiempo y energía en ocupaciones que muchas veces son inútiles o dañinas.
Jaulas falsamente acogedoras para llenar de baratijas, para estacionar cuando no estamos ocupados produciendo o consumiendo. Para esconder el vacío que se ha convertido nuestra vida.
Jaulas, inquietantes con alambre de púas y rejas, cuando no queremos o no podemos desempeñar el rol social que se nos ha atribuido.
Jaulas asépticas para intentar prolongar esta existencia, incluso si es la vida misma que les ha venido a faltar.
La característica de esta existencia es su ausencia de vida, reemplazada por un conjunto de objetos y ocupaciones más o menos obligatorias. Pero siempre habrá alguien para vengar esta vida que nos roban. Porque la única vida digna en una sociedad que nos impide vivir, es la destrucción de esta sociedad.
Así que esta es la historia de la furgoneta Eiffage que hemos incendiado en la noche entre el domingo y lunes 27 [septiembre de 2021; NdT], en rue Valmy en Montreuil.
Esta es la historia de una furgoneta que no será la última en terminar en llamas.
Solidaridad con Boris, con Toby Shone, prisionero en Inglaterra, y con lxs tres anarquistas italianxs actualmente bajo juicio y que arriesgan muchos años de prisión.
¡Viva la anarquía!
[Traducción (desde el italiano): Contra Info]