A primeras horas de la noche del 3 de agosto, en el norte de Bugey, unos pocos búhos nocturnos se aventuraron en una cresta, una vez coronada por las copas de los árboles, y hoy dominada por la maquinaria de la industria de las turbinas eólicas. Esta noche, es por los árboles que les rebeldes salieron a destruír una, quizá dos, de esas turbinas. Están ocupados y pronto se retiran del bosque. Detrás de elles, a unos 100 metros sobre el suelo, las llamas comienzan a consumir la máquina en un crujido metálico.
Bugey es ya lamentablemente infame por su planta energética electronuclear. Por desgracia, las infraestructuras atómicas no son exclusivas en la destrucción de estas tierras transformadas en recursos, antes de en mercancía energética. Aquí los bosques son lacerados por líneas energéticas y carreteras de tala, devastados por pueblos y ciudades, por sus aserraderos, sus canteras, sus resorts de esquí… y ahora por sus parques eólicos.
Podemos estudiar un modo de producción cuidadosamente, mediante el análisis de una multitud de parámetros relacionados. Podemos hacer cálculos, analogías, comparaciones, hipótesis, deducciones. También podemos considerar que todos estos datos serios son elementos del lenguaje de una mentalidad técnica y cuantitativa, que esta misma mentalidad científica preside en todas partes en la administración de los seres y las cosas. No hay energía alternativa o renovable, Total, Areva, EDF y Vinci se encuentran entre los mayores inversores en energía eólica. Sólo hay un leviatán que diversifica y optimiza la producción de megavatios. Una guerra tortuosa y devastadora está teniendo lugar contra todo lo que aún no es reductible al capital. Tanto si lo ignoramos como si lo reconocemos, tiene consecuencias trágicas para nuestras vidas. Rebeldes sin causa ni esperanza, estamos entrando en esta guerra conscientes de ser nada, y lo queremos todo. Las victorias y las derrotas ya no están en nuestro vocabulario, lo esencial está en otra parte, está completamente en el acto de combatir.
Estamos orgulloses de esta guerra, intensificándose entre les explotades que han estado resistiendo durante muchos años, y enviamos nuestros mayores respetos a todes les rebeldes que están luchando también contra nuestros enemigos. Gracias a les de Bure que están luchando contra lo nuclear y su mundo, a vosotres en Briançon y alrededores, que queréis destruir las fronteras y estáis desplegando la más bella solidaridad internacional, gracias a les de Borie y todas las otras okupas que son bastiones contra el mortífero entorno donde la ley ELAN es una nueva arma de destrucción masiva contra las okupaciones.
A todes aquelles que no han llevado sus sueños por el camino del arrepentimiento, gracias, vuestro combate nos inspira. El Estado está en guerra y tiene medios ilimitados para sofocar la rebelión (militares, maderos, servicios de inteligencia, medios de comunicación, escuelas…). Nosotres terminaremos, sin duda, como muches de nuestres amigues, compañeres y ancestros, heches prisioneres de guerra como enemigues de la república o asesinades por sus milicias. La prisión, un arma de terror utilizada para la disuasión, la represión y la destrucción de nuestras vidas sociales. El terrorismo de Estado recae en las clases más pobres con esta arma que destruye nuestra imaginación, nuestros deseos y cuando el terror psicológico no es suficiente, continúa destruyendo nuestra carne. Esto asusta, mata, mutila y usa las peores técnicas de manipulación masiva para pacificar a la población.
Nosotres nos negamos a ser pasives y resignades ante esta guerra de la que no veremos el final.
Porque nuestras vidas están malditas, lucharemos hasta el fin.
Sombras y Llamas
[Traducción : La rebelión de las palabras]