¡Más cárceles! anuncia cada nuevo gobierno. Hay quienes tienen el honor de meterlas en el programa y aquellos que gestionan su construcción. Siempre son las mismas excusas: tenemos que afrontar el hacinamiento, las condiciones indignas, la falta de celdas individuales.
Pero cada celda que se construye es un paso en la dirección de más personas que la justicia envía a prisión, todos los días. Una respuesta represiva del Estado, que no deja nunca de encerrar cada vez más a los pobres y a los recalcitrantes. En cambio, aquellos y aquellas que participan en su construcción, aquellos que deciden, que mandan y que las diseñan (no aquellos y aquellas que son explotados en las obras) están tranquilos y capitalizan sobre la miseria de los demás.
Para perturbar un poco su tranquilidad, hemos visitado a dos de estos, a principios de mayo.
Gaudin Architecture, ubicada en el número 6 del impasse Mont Louis, en Paris, donde, en respuesta a su trabajo, se ha sido escrito «Gaudin proyecta cárceles y comisarías», «Fuego a las cárceles, libertad para todxs» y también cables de fibra óptica han sido cortados.
Bérim, en el 149 de avenue Jean Lolive en Pantin [ciudad limítrofe de París; NdT], una empresa involucrada en la renovación del centro para detenidos de menores de la prisión de Fleury-Merogis, en la construcción de «Estructuras de acompañamiento para la salida de la prisión» y en la construcción del Palacio de Justicia de París, ha visto la fachada de sus oficinas recubierta de rayados y el intercomunicador destrozado a golpes de martillo.
[Traducción: Contra Info]